Firenze, donde nació el Renacimiento
Si el Renacimiento tuvo un epicentro, sin dudas se ubicó en Firenze, a la que convirtió en una bellísima ciudad museo, con su Santa María del Fiore y su Ponte Vecchio, su David y su Piazza della Signoria, su Hércules, su Pérseo, su Neptuno... La lista sería muy larga para un encabezado, así que los invito a pasar al texto y perderse en la lectura y al mismo tiempo, en la ciudad.
por Diego Horacio Carnio
No hay visita a Italia que quede exenta de pasar, al menos unos tres días, por Firenze -el que prefiera decirle Florencia puede hacerlo-, centro del mecenazgo que los Médici tuvieron hacia muchísimos artistas y filósofos de los tiempos medievales y que nutrió a la ciudad de una arquitectura y un ambiente artístico e intelectual que hace de ella una escala ineludible en el Viejo Mundo.
Ubicada en el centro del norte de Italia, a mitad de camino entre Roma y Milano, llegamos a ella después de unas tres horas en el tren de alta velocidad que abordamos en la capital italiana. El mediodía y el hambre nos pisaban los talones, así que salimos de la Estación de Santa María Novella con la idea de encontrar nuestro hospedaje y salir a recorrer Firenze.
En Firenze nos esperaba un departamento de dos pisos ubicado sutilmente cerca de todo, justo enfrente del Palazzo Borghese. Nuestro contacto allí nos dejó las llaves y partió, no sin antes recomendarnos algunos sitios para disfrutar de un almuerzo bien florentino. Con esa idea dejamos los enseres y emprendimos la bella tarea de recorrer las calles de la ciudad, encaminándonos en primera instancia hacia la Piazza del Duomo para encontrarnos cara a cara con la enorme y majestuosa Basílica de Santa María del Fiore, con su inmensa cúpula roja, sus fachadas de mármol blanco, verde y rojo, el Campanario de Giotto y el Baptisterio. La edificación del templo se inició en el año 1296, pero fue consagrada recién en 1436, aunque la fachada se finalizó en el Siglo XIX. La entrada a la iglesia es libre y gratuita, pero sus interiores pierden encanto, sobre todo por las expectativas que genera la arquitectura exterior del templo. En el caso de que tengan intenciones de subir a lo alto de la cúpula, tendrán que abonar un ticket combinado que fusiona dicho ascenso con el ingreso a las escaleras del Campanario Giotto, al Baptisterio di San Giovanni y al Museo dell'Opera del Duomo. Conviene sacar las entradas en la Web, aunque detrás de la Basílica se encuentran las boleterías tradicionales para hacerlo.
Tras romper el hechizo que atrapa a uno cuando mira Santa María del Fiore, fuimos en dirección a la Basílica de San Lorenzo, nombrada así en honor de uno de los Médici más famosos, como no podía ser de otra manera en Firenze. Desde afuera, el templo parece inacabado e insulso, pero a medida que se lo observa, gana en atracción. De hecho, sus interiores nos gustaron mucho mas que los del Duomo. Detrás de la iglesia se encuentra el impresionante sepulcro familiar de los Médici. Un dato interesante: dentro de la Basílica esta la tumba de Donatello, uno de los más reconocidos artistas renacentistas.
Fue frente a esta iglesia que encontramos la Trattoria de Sergio Gozzi, un tradicional ristorante florentino que abrió sus puertas hace más de un siglo, en 1915. Pappa al pomodoro, polpette fritte y Bistecca a la florentina fue el menú que elegimos, acompañado en mi caso por una copa del vino de la casa, que aún hoy me pregunto qué vino sería, ya que me fue indescifrable más allá de la certeza obvia de que era tinto. Un lugar recomendable esta trattoria, no sólo porque se come bien, sino también porque sus precios son muy amigables. La única contra de este ristorante es, según el día y el horario, el tiempo de espera para acceder a una mesa... el camarero toma nota del orden de llegada, pero eso no quita que uno deba armarse de paciencia mientras dura la espera.
Tras el almuerzo, atravesamos la ciudad pasando nuevamente por el Duomo para llegar hasta la Piazza della Signoria, que viene a ser algo así como uno de los muchos corazones de Firenze que sigue latiendo más allá de los siglos y que acompaña en latidos a los otros corazones esparcidos por la ciudad, sean ellos el David, el Ponte Vecchio o el propio Duomo. Pero detengámonos por unos momentos en esta atractiva plaza, que debe su nombre a que desde sus comienzos se constituyó como el centro político de la ciudad. La plaza, en forma de L, tiene diversos elementos que hacen que uno acuda a ella varias veces y vuelva a descubrir siempre algo nuevo. Más allá de ristorantes y cafés, lo primero que capta la atención de la mirada es el Palazzo Vecchio, fortificación de inicios del siglo XIV cuya torre, llamada Torre de Arnolfo, es referencia obligada para ubicarse en el mapa urbano de Firenze. La entrada a este museo que muestra la forma de vida de la Familia Médici y la historia de Florencia cuesta unos 12.50 euros, pudiendo sacarla de manera anticipada y algo más barata desde la web, en el enlace que les dejo más abajo, en la sección correspondiente al pie de esta crónica. En sus puertas se levanta una réplica del David de Miguel Ángel (el original estaba aquí pero ya hace mucho fue reubicado en la Galeria della Academia, a resguardo de las inclemencias del tiempo). La que si quedó a merced de los caprichos del clima es la también imponente obra Hércules y Caco, que acompaña al falso David en la custodia de la puerta del Palazzo.
Tan llamativa como el Palazzo es la Loggia della Signoria que se ubica justo enfrente, que desde el Siglo XVI contiene algunas de las más asombrosas esculturas del Renacimeinto, que pueden visitarse y disfrutarse gratuitamente. Entre las más afamadas se encuentran obras como Perseo con la cabeza de Medusa, El rapto de las Sabinas, Hércules y el centauro o Patroclo y Menelao. Ya de nuevo en la Piazza, no hay que dejar de admirar la Fontana de Neptuno y la estatua ecuestre de Cosme I de Médici.








Pocos son los metros que separan la Piazza della Signoria del Ponte Vecchio, así que hacía allí nos dirigimos a través de la Piazzale degli Uffizi, admirando a cada paso las estatuas de los grandes protagonistas de la historia artística e intelectual de Firenze, como Nicolás Maquiavelo, Miguel Ángel Buonarroti, Giovanni Bocaccio, Francesco Petrarca, Dante Alighieri y Leonardo Da Vinci, entre muchos otros. Finalmente, llegamos hasta el margen del Río Arno y lo bordeamos en dirección al Ponte Vecchio.







No todos saben que el Ponte Vecchio debe su supervivencia durante la Segunda Guerra Mundial al mismísimo Adolfo Hitler. ¿Asombrados? La cosa es así: resulta que ante el avance de los Aliados y la pérdida del territorio italiano por parte del Eje, el líder alemán ordena destruir todos los puentes que atraviesan el Arno para impedir o retrasar el ataque enemigo. Pero ante esa decisión, indicó expresamente a sus oficiales que no debía volarse el Ponte Vecchio ya que el propio Führer lo consideraba una reliquia invaluable. Sólo por esa razón hoy podemos continuar disfrutando de este lugar, siendo todos los demas puentes que cruzan el Arno, reconstrucciones de estructuras destruidas anteriormente.
Desde sus inicios el hoy llamado Ponte Vecchio tuvo una cercana relación con el comercio, sobre todo el de joyas y metales preciosas, algo que aún hoy conserva como característica. A cada uno de sus lados, el puente tiene casillas que funcionan como pequeños locales comerciales y que cuelgan por fuera de la estructura, sosteniéndose en el aire mediante pilares de madera que le sirven de apoyo. Lo más curioso es que en esas casillas vive gente, lo que hace de este puente uno de los pocos puentes habitados que existen actualmente en el mundo.
Con ganas de sentarnos a tomar algo, dimos casi por casualidad con un lugar que les recomiendo, no tanto por sus cualidades gastronómicas, sino por las vistas que regala. Resulta que si uno cruza el puente y dobla en la primera calle hacia la derecha, se va a encontrar sobre la acera del lado del río con una serie de negocios. Uno de ellos es el pequeño café de la Osteria Ponte Vecchio que tiene una galería balconeada con vista al Ponte Vecchio y al Arno, en donde pudimos sentarnos un largo rato a disfrutar de la vista sobre el río y el Puente al tiempo que bebíamos un rico expreso.


Ya la noche caía sobre Firenze y eso generaba que el frío se sientiera más, así que emprendimos un lento retorno a nuestro departamento, no sin desviarnos del camino más directo para conocer algunos rincones de la ciudad. Nuestros pasos nos condujeron al Mercato del Porcellino -Mercado del Puerco en castellano-, que presenta a sus puertas la Fontana de bronce con la figura del animal que le da nombre al lugar y que según cuentan, hay que tocarle el hocico para volver pronto a tierras florentinas. Allí parado, frente al puerco de bronce, recordé una vez más a mi nonno, diciéndome hace más de treinta años atrás, que le frotara el hocico al animal. Debo decir que la treta dió excelentes resultados...
La Via Calimala nos llevó luego hasta la Piazza della Repubblica, emblemático sitio que siendo ya de noche, se encuentra hermosamente iluminado. Un tradicional carrusel y muchas confiterías y chocolaterías -recomendamos profundamente probar todas las trufas de chocolate que uno pueda encontrar-, decoran el espacio que enmarca al Arco del Triunfo que comunica la piazza con la Via degli Strozzi.
Cenamos pastas en la vecina Osteria Il Gato e la Volpe y nos fuimos a dormir planificando mentalmente todo aquello que queríamos ver y hacer al día siguiente, en nuestra segunda jornada florentina, que comenzó con la espléndida visita a la Galería de la Academia, cuya fundación se remonta a 1784 y que atesora en sus adentros al famosísimo David, de Miguel Ángel. La entrada al museo, que se gestiona a través de la web o en la taquilla del lugar, cuesta 12 euros y los menores de 18 años ingresan gratis. Además del David, la Galería esconde muchas otras esculturas inacabadas de Buonarroti y de otros artistas renacentistas, además de una tienda de recuerdos.








Almorzamos de manera soñada en una trattoria toscana llamada Vini La Mescita, sobre la Via degli Alfani, donde sólo vimos lugareños y devoramos unos tremendos Penne Rigatti, en un ambiente bien local que constituyó una postal viviente y en movimiento de las costumbres locales.
Partimos sin demasiada prisa hacia la Basílica de la Santa Croce, un enorme templo blanco que contiene valisosos frescos de Giotto en los que se narra la vida de San Francisco. Cumplimos asimismo con la misión de rendir los honores correspondientes y visitar las tumbas de Galileo Galilei, de Michelangelo y de Maquiavelo, entre otros amigos de antaño. Aquí también se encuentra el Cenotafio del Dante, más no su cuerpo, que se halla en la Basílica de San Francisco, en la ciudad de Ravena.
Detrás de la iglesia, visitamos un lugar fascinante: el Convento di Santa Croce. Este claustro del Siglo XIII es una visita magnífica que permite conocer de cerca la forma de vida de los monjes franciscanos desde tiempos medievales. Pero por si eso fuera poco, entre sus paredes se esconde un cuadro icónico como "La última cena", que el artista Giorgio Vasari pintara en 1543 y que las inundaciones feroces que azotaron Firenze en 1966 casi destruyeran por completo. Tras cincuenta años de cuidadosas restauraciones, la obra volvió a exponerse al público en 2016. Además de la pintura, es muy curioso observar el mecanismo ideado para salvar el cuadro en caso de una nueva inundación, ya que un sistema de péndulos elevarían la obra en caso de que los sensores instalados detectaran que el nivel de agua sube más de lo normal.
Empezaba a caer la tarde cuando decidimos subir a pie hasta el mirador de la Piazzale Michelangelo, desde donde se puede ver la totalidad de la Cittá di Firenze y la verdadera dimensión de la cúpula de Santa María del Fiore, grabando su descomunal silueta en el horizonte florentino. La caminata hasta el mirador no por larga deja de ser bella y creo que si uno dispone de tiempo no debe dejar de hacerla.
El frío y la noche combinaron muy bien para convencernos de regresar a casa y cenar en el bello departamento que habíamos alquilado a través de la app Booking, aprovechando que tenía cocina con todos los elementos necesarios y que cerca había una linda vinoteca, donde nos apersonamos para elegir el vino de la noche. Para quien le interese, en la sección de "más info" le dejo los datos para contactar a la propietaria del apartamento que nos sirvió de morada durante nuestra estancia en Firenze. Ahora, nos vamos a descansar que mañana nos espera una prometedora travesía a la ciudad de Pisa.
+INFO:
- Santa María del Fiore: https://duomo.firenze.it/it/scopri/cattedrale-di-santa-maria-del-fiore
- Trattoria Sergio Gozzi: Piazza di San Lorenzo, 8R, 50123 Firenze FI, Italia.
- Palazzo Vecchio: https://bigliettimusei.comune.fi.it/1_museo-di-palazzo-vecchio/
- Osteria Ponte Vecchio: Borgo S. Jacopo, 16 R, 50125 Firenze FI, Italia
- Apartamentos Bargello 121 : Via Ghibellina, 121 - http://www.bargello121florence.com/
- Galería de la Academia: Via Ricasoli, 58/60 - https://www.galleriaaccademiafirenze.it/
- Trattoria La Mescita: Via degli Alfani, 70/r - https://vini-la-mescita.business.site/?m=true
Fantástica ciudad Florencia... una de mis preferidas.
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