Una tarde en el Palacio de Versailles

 A menos de veinte kilómetros del centro de París se encuentra el poblado de Versailles, donde se levanta el famoso Palacio construido por Luis XIV que desde 1661 y durante dos siglos fue el centro del poder real en Francia.

por Diego Horacio Carnio

Partimos después del mediodía desde el Hotel Pullman, a un par de cuadras de la Torre Eiffel, con rumbo al Palacio de Versailles en una ruta que en media hora nos dejó en las puertas del imponente edificio y que nos permitió, en el camino, conocer Roland Garros y las periferias de la capital francesa. Pero vayamos a lo que vinimos y empecemos a recorrer los fastuosos pasillos y salones del Palacio más famoso del mundo: Versailles.

La historia del Palacio de Versailles está íntimamente ligada a Luis XIV, pero el embrión del edificio se remonta a unas décadas antes, cuando en 1623 su padre, Luis XIII, construyó allí mismo un sencillo pabellón de caza para pasar sus tiempos de ocio alejado del ajetreo de París, pero sin dejar de residir en la capital.

A su muerte, Luis XIV fue cimentando un poder, que se volvería enorme con el paso de los años hasta convertirlo en el mítico Rey Sol, autor de la frase "el estado soy yo" y símbolo máximo del absolutismo en Europa. Lo cierto es que Luis XIV comenzó su reinado viviendo en distintos palacios parisinos, dividiendo sus tiempos entre el Palacio Real del Louvre o las Tullerías, pero ninguno lo satisfacía plenamente. Ni siquiera su intento de instalarse en Fontainebleau calmó sus ansias de comodidad. Entonces, el joven rey decidió visitar el coto de caza que su padre había hecho construir en Versailles y tuvo la ocurrencia de imaginar su vida en las afueras de París de manera permanente e imaginó un enorme y lujoso palacio que pudiera albergarlo a él, a su familia y a la Corte completa. Se empezaba a gestar un proyecto de poder personal con una sede acorde e inspirada en su figura personal desde donde el monarca pudiera dominar no sólo toda Francia sino la vida de la nobleza cortesana hasta en su más ínfimo detalle.

Las obras comenzaron diez años después de aquella primera visita y se extendieron entre 1661 y 1715, año en que fallecería el monarca más poderoso de la historia gala. El resultado fue un edificio ostentoso, con lujos y simbologías presentes en cada detalle, con un mobiliario fastuoso y con cientos de episodios que marcaron la historia francesa y mundial. Al mismo momento en que cobraba forma el edificio, también se le daba vida a los jardines, los cuales hoy son considerados por muchos como los más bellos del planeta. El Gran Canal de agua que lo cruza al medio en su zona principal, por ejemplo, decora los parques de Versailles desde 1667 y era un orgullo que Luis XIV mostraba soberbio a todos sus invitados durante las magníficas fiestas que se celebraban cotidianamente en el Palacio.

Luis XIV contuvo su ansiedad y recién en 1682 -mas de 20 años después de que comenzaran las obras- su instaló en el palacio. Con él, la sociedad cortesana se traslado también, algunos de manera voluntaria y muchos otros obligados bajo riesgo de punición por el monarca, que quería tener a sus nobles cerca para controlarlos mejor. Lejos de ser un paraíso, Versailles se convirtió en una especie de prisión de lujo para los cortesanos que, dominados y mantenidos por el rey, debieron ajustar sus conductas a un estricto protocolo que los obligaba a estar a disposición del monarca a toda hora, incluso cuando el rey se despertaba o se acostaba, debiendo estar presentes en sus aposentos para presenciar tan "solemne" acto.

En Versailles, cada acto del rey se convirtió casi en algo sagrado, con un ceremonial atado a exaltar la figura de Luis XIV como gobernante absoluto de Francia. La magnificencia del edificio respondía a esa majestuosidad del monarca y se reflejaba en cada puerta, en cada pintura y en cada moldura con simbolismos que aludían sin titubeos al Rey Sol.

Luis XIV, tras su muerte en 1715, fue sucedido en el trono por su bisnieto, quien gobernaría Francia bajo el nombre de Luis XV y residiría también en Versailles, continuando con las prácticas protocolares de su bisabuelo. La situación de las finanzas del estado ya no era la misma, pero eso no impidió que las costosas fiestas continuaran realizándose y el derroche de los dineros públicos aumentara.

El despilfarro del tesoro continuó con Luis XVI, aunque el nuevo rey le sumó además su poco tacto parta gobernar y su poca astucia para tomar decisiones correctas en tiempo y forma. Desde sus salones y habitaciones palaciegas no percibió el peligro que se avecinaba sobre él, sobre su familia y sobre la institución monárquica. En 1789 una turba iracunda irrumpió en el Palacio de Versailles, tomó prisionera a la familia real y saqueó y destruyó gran parte del mobiliario. La Revolución Francesa había empezado y los gobiernos abolutos  habían llegado a su fin.

El Palacio estuvo muchos años abandonado hasta que Napoleón Bonaparte se instaló en una parte del edificio, el Trianón, algo alejado de las dependencias principales que siguieron en desuso. Ni siquiera tras la caida de Napoleón y la Restauración de la monarquía en 1815 volvió a habitarse el Palacio, debido sobre todo a los inmensos costes de reconstrucción y puesta a punto que sus instalaciones demandaban. Incluso, el edificio fue utilizado como cuartel general de las fuerzas prusianas tras la derrota francesa en la guerra de 1870. Aquí, en el Salón de los Espejos, si firmó en 1919 el famoso Tratado de Versailles que puso punto final a la Primera Guerra Mundial pero que, en virtud de las sanciones impuestas a Alemania, muchos consideran como el inicio de las causas que llevarían a la Segunda de las contiendas mundiales en 1939.

El Palacio de Versailles es, desde 1979, Patromonio Mundial de la Humanidad según la UNESCO. Estando en París, visitarlo es casi una obligación. El paseo puede hacerse por cuenta propia manejándose con el transporte público o con un tour guiado. La segunda, por varias razones, es la mejor opción y bien vale la diferencia de dinero invertida si uno opta por ella.

Aconsejo tratar de no dejar rincón sin recorrer. El itinerario guiado tradicional guarda los principales atractivos, pero no los únicos. Aprovechar el tiempo libre durante la visita es muy recomendable. Versailles esta lleno de pinturas, esculturas y suntuosos adornos que bien vale la pena ver, asi como también contiene una galería de gigantes obras de arte que retratan la historia militar de la nación.

No hay que restarle tiempo a la aventura de conocer los jardines del Palacio. Sus espejos de agua, sus arbustos artísticamente podados, sus fuentes y senderos, sus laberintos y sus estatuas los hacen imperdibles.

Al final del recorrido y a manera de premio, no dejen de probar los macarons de Ladurée, una delicia bien francesa que expresa en esta versión una de sus mejores versiones. Sólo deben tener cuidado porque son adcitivos.











Comentarios

  1. Magnífico relato sobre este hermoso palacio donde transcurrió parte importante de la historia francesa, europea y mundial.

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    1. Fabian Sarubbi. Gracias por este recorrido que describe el esplendor de la monarquía francesa, a través del monumental palacio de Versalles.

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    2. Aquí se coronó el káiser Guillermo I después de la victoria prusiano en la Guerra Franco Prusiana, en 1871 y luego, en venganza, se firmó aquí el Tratado de Versailles que humilló a Alemania luego de la su derrota en la Primera Guerra Mudial

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