Berlín sin muros



Tras el fin de la Guerra Fría y la caída del Muro que la dividía en dos, Berlín se ha reconfigurado como una ciudad abierta y cosmopolita, con un alto contenido histórico y una oferta cultural inmensa, en medio de una escenografía que aún muestra las huellas indelebles de la Segunda Guerra Mundial y la derrota del Tercer Reich.

por Diego Horacio Carnio

Berlín y la Puerta de Brandenburgo

Había escuchado decir muchas veces que en Berlín, uno pisa literalmente la historia. En los días que estuve en la capital alemana, no sólo comprobé la veracidad de dicha afirmación, sino que por momentos la realidad superó las expectativas, ya sea por las huellas que dejaron tanto la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría como la caída del Muro de Berlín y la reunificación. Hay muchas otras razones para fundamentar lo fascinante que es esta ciudad... ¿Empezamos a recorrerla?

Nuestra visita comenzó al arribar en tren desde Praga a la Estación Central de Berlín, conocida como Hbf, de aspecto algo futurista y con un vertiginoso movimiento de gente que hace que uno se pierda entre escaleras, andenes y ascensores. En la misma estación y empezando a caer la tarde, nos sumergimos en las profundidades del subterráneo para trasladarnos hasta Alexander Platz y desde allí caminar gasta nuestro hotel, que en este caso sería el Holiday Inn Express. Fue memorable que al salir de la boca del subterráneo, con las luces de la noche ya encendidas, que nuestras vistas se toparan con la imponente Torre de Televisión de Berlín, levantada en los años `60 por las autoridades de la República Democrática de Alemania, es decir la Alemania comunista. Fue todo un reto arquitectónico e ingenieril la construcción, pero hoy la torre -que alberga un bar, un restaurante y fabulosas vistas-, se consolidó como uno de los estandartes visuales de la ciudad. La Torre engalana la famosa Alexander Platz, que sufrió los embates de la guerra y fue totalmente reconstruida, siendo hoy un moderno centro de trasbordo de pasajeros y un importante punto de reunión para locales y visitantes.

Famosa Torre de Comunicaciones de BerlínPuentes de Berlín

Muy cerca de allí y mientras nos dirigiamos a nuestro hotel, dimos con Nikolaiviertel, un pintoresco barrio de calles adoquinadas y casitas medievales que rodean la Iglesia de San Nicolás, con algunas tabernas y restaurantes dignos de ser visitados. Esta pequeña zona es uno de los sitios residenciales más antiguos de la ciudad, enclavado como una puerta al pretérito en donde siglos atrás existía un núcleo comercial muy concurrido por mercaderes de todos los puntos cardinales. Por su ubicación, tendríamos la suerte de pasar por aquí muchas veces durante nuestros días en Berlín. Frente a este bonito lugar se encuentra el Rotes Rathaus, inmenso Ayuntamiento neorrenacentista construido en 1869 y que actualmente es sede de numerosas muestras y exposiciones.

Al día siguiente, emprendimos el descubrimiento de Berlín agran escala y como nuestro Hotel se encontraba en lo que había sido la zona oriental y comunista de la ciudad, los primeros hallazgos tuvieron una marcada raigambre política e ideológica. Muy cerquita, por ejemplo, dimos con el Marx Engels Forum, una plaza creada en 1986 que enaltece en su centro las figuras de los ideólogos del socialismo científico Karl Marx y Friedrich Engels. Esta misma plaza, que albergaba un palacio republicano antes de la guerra, quedó totalmente desolada durante años hasta que las autoridades de la RDA decidieron ubicar aquí la estatua de los popes del comunismo internacional.

Marx Engels Forum

Unos pasos más adelante y aún en las inmediaciones del Marx Engels Forum, apreciamos relieves y murales con explícitas alegorías al socialismo, expresadas en el realismo tan típico de esa corriente de pensamiento. Martillos y hoces, columnas de obreros, niños, familias y soldados son los motivos que más se repiten en estos muros urbanos que siguen asombrando a quienes los observan, aunque para dar con ellos hay que estar atento a la escenografía callejera, caso contrario pueden pasar desapercibidos. Los más llamativos se encuentran en los alrededores de la Torre de Televisión y en la antigua Agencia de Viajes del Estado. Pero debo recomendar de sobremanera los relieves de bronce ubicados en el sitio donde en noviembre de 1918 Karl Liebknecht, parado en el techo de un auto, proclamó la efímera República Socialista Alemana. A esas esquinas de lo que hoy es el Colegio de Música Hanns Eiser se llega desde la estatua de Marx y Engels siguiendo la Rathausstrade y cruzando el río Spree. Los relieves son dos: el dedicado a Karl Marx y el dedicado a Karl Liebknecht. Ambos son claros ejemplos del arte propagandístico de la ya inexistente RDA, pero también son testimonios vivos de la historia alemana y uno no deja de conmoverse ante ellos.

Si están parados frente a los murales del párrafo anterior significa que están situados en la Isla de los Museos de Berlín, formada en el devenir del río Spree. Es pequeña la isla, pero en su caso el tamaño no importa ni le resta atractivos e importancia, ya que allí encontramos varios edificios interesantes que no pueden dejar de visitarse. El Humboldt Forum, el Palacio Real de Berlín -Berliner Schloss-, la Catedral que en gran parte ha sobrevivido a la guerra y el Altes Museum son sólo algunos de los sitios que uno puede visitar en el territorio insular del Spree.

Pero los museos de Berlín no se limitan sólo a la Isla. De hecho, cruzando el Schlossbrücke -Puente del Palacio- y saliendo de la isla, es imposible no toparse con el Museo de Historia Alemana, ya sea con su parte más contemporánea y moderna como con su viejo edificio que aún guarda en sus muros huellas de la guerra. Entre el Museo y el río hay un bonito paseo costero con puestos de antigüedades, de artesanías y de libros usados, además de ser el lugar ideal para deleitarse con una Sausage, tal el nombre de la típica Salchicha alemana que podrán encontrar en diversos tamaños y con infinidad de formas y condimentos. Es aquí donde comienza también la Avenida Unter Den Linden, principal arteria de Berlín que choca de lleno, al final de su existencia, con la Puerta de Brandenburgo. Pero no nos adelantemos, que en el camino mucho hay por conocer...

A pocos metros del Museo de Historia, el Edificio de la Nueva Guardia o Neue Wache se presenta como un hito conmovedor. Construido a principios del Siglo XIX, fue morada de las tropas del príncipe de Prusia y de la guardia del Palacio. Tras la guerra, primero fue un memorial de las víctimas del fascismo y luego de la reunificación alemana se convirtió en el sitio que recuerda a todas las personas que sufrieron la dictadura nazi y la guerra. Dentro, un escultura de piedra negra evoca la figura de una madre con su hijo muerto en brazos en lo que bien podría ser una reedición contemporánea de La Piedad de Miguel Ángel. En el techo, un orificio sobre la escultura deja a la misma en contacto con las inclemencias del tiempo, haciendo de la figura esculpida por el artista Käthe Kollwitz una imagen aún más conmovedora cuando se cubre de nieve o se moja con la lluvia. Si uno detiene su mirada en los muros exteriores del edificio, podrá observar allí las marcas de las balas, esquirlas y proyectiles disparados durante la Batalla de Berlín, días antes del suicidio de Hitler y la rendición alemana. No serían las únicas marcas de balas que nos encontraríamos en la capital alemana...

Nuestro derrotero siguió por la Unter Den Linden y después de entrar a conocer la Universidad Von Humboldt de Berlín, visitamos el Museo de la Guerra Fría que muestra, con alto contenido tecnológico, como era la vida en la ciudad bipolar por excelencia. De nuevo en la calle, nos llamó muchísimo la atención la existencia del Museo Bud Spencer dedicado a la vida del actor italiano Carlo Pedersoli. Una rareza a la que no entramos por falta de tiempo -y de interés-, pero que les dejó aquí por si alguno es amante de estas cuestiones cuasi bizarras que suelen existir en las grandes ciudades europeas. Todavía hoy me sigo preguntando la relación entre Berlín y Pedersoli para que exista aquí un museo dedicado a su persona y a su carrera.

Continuamos camino al mismo tiempo que asomaba cada vez más imponente en el fondo de la escena la famosísima Puerta de Brandenburgo. Conocida en alemán como Brandenburger Tor, es un ícono que atraviesa la historia de los últimos tres siglos de Alemania, incluso cuando Alemania no era Alemania sino Prusia, momento en que sólo la familia real podía pasar por debajo del pórtico. Además de sus inmensas columnas, se destaca la cuadriga instalada en su parte más alta. La Puerta de Brandenburgo sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial, quizá por la construcción de una réplica señuelo de la Puerta pensada para desorientar a los bombarderos aliados, pero la Batalla de Berlín dejó en ella heridas notables. Sus muros estaban literalmente agujereados por las balas y de los cuatro caballos de la cuadriga, tan sólo uno conservó su cabeza. Con la división entre la Berlín Oriental y Occidental, el esfuerzo conjunto permitió restaurar la Puerta, rellenando y disimulando los daños provocados por los proyectiles y reconstruyendo cada una de las figuras equinas de la cuadriga, así como el carruaje y la imagen femenina de la Victoria que lo conduce. La Puerta fue, también, parte del límite y del muro que dividió a Berlín en dos durante gran parte de la Guerra Fría, hasta la reunificación de 1989. Hoy la Puerta esta abierta sólo al tránsito peatonal, marca el punto inicial del Tiergarten y de la larga Avenida que conduce a la Siegessäule o Columna de la Victoria. Se encuentra rodeada por la adoquinada Plaza de París, muy cerca de Reichstag, del Memorial del Holocausto del Pueblo Judío y de la Embajada de los Estados Unidos.

Brandenburger TorBrandenburger TorBrandenburger Tor

Brandeburger Tor es uno de los núcleos de Berlín y desde aquí hay que decidir hacia donde seguir. Nosotros decidimos ir a ver más de cerca el Reichstag, famoso Parlamento incendiado por los nazis para lograr la toma del poder total en la Alemania de los años `30, que fue asediado y muy dañado durante el avance del Ejército Rojo de la Unión Soviética en 1945 y restaurado posteriormente para ser hoy, nuevamente, el edificio legislativo de la nación teutona. El Reichstag tiene una cúpula de vidrio que ofrece hermosas vistas, además de la posibilidad de tomar un rico café. El acceso es gratuito, pero debe obtenerse un ticket con horario establecido para lo cual es necesario exhibir el pasaporte. Sin pasaporte en mano no hay ticket y sin ticket no hay ingreso... se los digo por experiencia propia.

El invierno en Berlín es duro, pero mágico. En un mismo día uno puede tener un solcito reconfortante por momentos y al rato una nevada o una lluvia que pareciera interminable. Quizá uno de los lugares más pintorescos del invierno berlinés sea el Tiergarten, con sus caminos blancos por la nieve y sus espejos de agua congelados al punto que hasta uno puede transitar sobre ellos. El Tiergarten es un enorme parque boscoso que se extiende desde la Puerta de Brandenburgo y el Reichstag hasta la Siegessäule y más allá. Mucho vale la pena recorrerlo y las razones son varias. Entre sus árboles, uno puede encontrar distintos monumentos realmente ametrallados por las balas de la guerra. Inlcuso algunos de los más importantes monumentos de esta zona verde de Berlín aún muestran esas marcas. Podemos citar como ejemplos al Monumento a Otto Von Bismarck o la mismísima Sieggessäule, cuyos murales aún se muestran desgarrados por los impactos de los proyectiles y las esquirlas. A esta emblemática Columna se accede de por los túneles subterráneos peatonales que cruzan por debajo de la rotonda que la rodea. El monumento conmemora el triunfo de Prusia sobre Dinamarca en la Guerra de los Ducados de 1864. En su base hay relieves dañados por la guerra y saqueados por los franceses al final de la Segunda contienda mundial, en aquellos pasajes que los mostraban derrotados. Si uno tiene ganas de subir los 265 peldaños y pagar una entrada de 4 euros, puede obtener estupendas vistas aéreas de casi toda Berlín.

Tiergarten

SieggessäuleSieggessäule

En pleno Tiergarten se alza el Memorial del Ejército Rojo. Además de ser un lugar imponente, tiene dos características llamativas. Por un lado, tras la guerra y con la casi totalidad de la ciudad hecha escombros, lo primero que se construyó fue este Memorial. En segundo lugar y de manera paradójica, al dividirse la ciudad en la Guerra Fría, el Memorial soviético quedó del lado occidental y capitalista del muro.

Soviet Memorial in Berlin

Red Army Memorial in BerlinSoviet MemorialSoviet souvenier

Estábamos nuevamente en la Puerta de Brandenburgo cuando empezaba a caer la noche sobre Berlín. Antes de bajar el telón de la jornada, visitamos y nos conmovimos con el Memorial a los Judíos Asesinados en Europa, también llamado Memorial del Holocausto, que recuerda a las más de seis millones de víctimas que murieron en campos de concentración y exterminio del Tercer Reich. El Memorial, diseñado por el arquitecto estadounidense Peter Eisenman, se compone de 2710 bloques de hormigón de dimensiones oscilantes construidas sobre un área de mas de diecinueve mil metros cuadrados, en pleno centro berlinés.

Antes de retornar al hotel y poner fin a esta jornada, nos acercamos hasta el Chekpoint Charlie, un viejo puesto de control fronterizo entre las dos partes de Berlín durante la Guerra Fría. El sitio es sin dudas pintoresco y sirve como escenografía de fotos significativas de aquellos años oscuros en que Berlín estaba dividida en dos. Son muchos los negocios de recuerdos que venden artículos de estirpe soviética, de temáticas de espionaje. También se pueden conseguir réplicas de máscaras anti gas, idénticas a las que los guardias tenían siempre preparadas ante la eventualidad de un ataque químico. El Museo del Muro del Chekpoint Charlie es caro, pero conserva en su interior interesantes objetos que van desde armas hasta automóviles que fueron baleados al querer cruzar el Muro o querer acercarse demasiado a él.

Chekpoint Charlie in Cold War Berlin

El subterráneo nos llevó, ya de noche, otra vez a Alexander Platz y de allí caminamos hasta el hotel, en cuyo lobby cenamos unas pizzas alsascianas. Era momento de descansar... aunque temprano al día siguiente ya estábamos de pie y andando nuevamente, esta vez al encuentro de nuestro guía del Free Tour sobre el Muro de Berlín. Nos encontramos con él en Tränenpalast -Palacio de las Lágrimas-, un lugar que guarda tristísimas historias de despedidas forzadas y desencuentros eternos. Este sitio fue durante los años de las dos Alemanias uno de los puntos de ingreso y salida entre las dos partes de la ciudad, aunque controlado por la STASI -policía de la RDA-, que humillaba con sus interrogatorios y tratos a sus propios ciudadanos. Hoy el lugar es un centro donde los habitantes y familiares de víctimas pueden consultar los archivos que la Policía Secreta de la RDA guardó durante décadas sobre todo aquel que era considerado sospechoso de algo, que es lo mismo que decir sobre casi todos los habitantes de la Berlín Oriental.

Desde el Tränenpalast abordamos un bus que nos llevó hasta el Centro de Documentación del Muro de Berlín, ubicado frente a una de las partes donde se conserva en pie un segmento relativamente extenso del Muro. Recomiendo visitar este sector de Berlín, sobre todo a quienes estén interesados particularmente en la historia y temática del Muro de Berlín -en alemán Berliner Mauer-. Los motivos de este consejo son muchos... En primer lugar, las partes del Muro sobrevivientes a los episodios de 1989 son notables y dan la imagen de lo que la zona fue en aquellos años en que la ciudad estaba partida en dos. El Centro de Documentación, además de ser un completo museo sobre el tema, tiene un mirador en altura que permite interpretar el funcionamiento del sector del Muro en el lado oriental, donde existía la llamada "zona de la muerte", plagada de trampas, dispositivos y alarmas para evitar la huida y escape de quienes deseaban cruzar hacia el lado occidental. Un Memorial a las Víctimas del Muro, que honra a quienes murieron intentando cruzar de un lado al otro, se levanta solemne en el lugar donde se identificó la mayor cantidad de intentos fallidos de escape y de muertes de aquellos que lo intentaron. Las fotos del Memorial muestran rostros de hombres y mujeres de todas las edades, incluso niños y adolescentes, que perecieron en la búsqueda de su libertad. Una muestra de murales con imágenes del Muro y la cotidianeidad de la Guerra Fría y una Iglesia que esconde en sus entrañas una bomba de la Segunda Guerra sin detonar son otros puntos de interés, pero sin dudas uno no puede dejar de acercarse hasta la Estación Fantasma del Subterráneo, un espacio que se ha mantenido en el tiempo y que se puede conocer ingresando a la Estación Nordbahnhof. De hecho, esta parada del metro de Berlín que hoy funciona normalmente conserva una de sus partes tal como estaba en los tiempos de la ciudad dividida, es decir, una estación clausurada y vigilada permanentemente por las tropas de la RDA para evitar que por aquí se generen fugas hacia la RFA.


Hay muchos otros segmentos del Muro esparcidos por Berlín, pero además del reseñado en el párrafo anterior hay dos más que deben ser visitados si es posible. Uno de esos segmentos es la famosa East Side Gallery, donde más de 1100 metros del Muro que sobrevivieron a su caída, han sido intervenidos por distintos artistas, siendo la obra más famosa del lugar el Bruderkuss, que significa algo así como "beso entre hermanos", pintado por el ruso Dmitri Vrúbel y que muestra el beso en la boca que fraternalmente se dieron Leonid Brézhnev y Erich Honecker, líderes de la URSS y de la RDA respectivamente. La pintura se basa en la fotografía del beso tomada en un encuentro que ambos políticos tuvieron en octubre de 1979. Toda esta zona de Berlín se ha convertido en los últimos años en un barrio de moda, con muchos bares y restaurantes, además de centros culturales y lugares donde se realizan recitales y conciertos.

De regreso en el centro de Berlín, llegamos también al tercer sector que vale la pena observar de lo que queda del Muro. En este caso, es un corto segmento, pero su ubicación lo vuelve muy interesante ya que se emplaza muy cerca de la Puerta de Brandenburgo, justo en la imperdible muestra permanente bautizada con acierto Topografía del Horror, uno de lugares mas estremecedores de la capital alemana que recorre los duros años de la dictadura nazi, entre la llegada de Hitler al poder en 1933 y su derrota y suicidio en 1945. Parte del Muro acompaña la muestra, aunque aquí el protagonismo lo gana el horror de los crímenes del Nacional Socialismo. Parte de la muestra es en un foso y parte en un edificio cubierto construido especialmente para conservar documentos e imágenes de los años hitlerianos. Todo cobra aún más significancia cuando se cae en la cuenta de que aquí funcionaban las oficinas de la GESTAPO, de las SS y de la SD. Desde aquí ejercían sus reinado del terror personajes de la talla de Himmler, Heydrich o Eichmann, entre tantos otros. Es difícil describir aquí los sentimientos que genera recorrer este sitio... Sólo puedo decirles que si están en Berlín, no se lo pierdan. Una cuestión más: el enorme edificio que se encuentra al lado de la muestra y que es hoy el Ministerio de Economía alemán, es el mismo que en tiempos del nazismo albergó las oficinas de Hermann Göering y la Luftwaffe y que logró sobrevivir a la guerra tan intacto, que continuó siendo utilizado como dependencia de estado sin interrupción.

Era ya el mediodía de esta tercera jornada berlinesa y optamos por hacer una parada gastronómica para almorzar antes de continuar descubriendo la ciudad. Nos sentamos en la barra de Steel Vintage Bike Café, donde siempre hay algo rico y un buen vino para hacer una pausa en el centro de Berlín. En la misma calle que el bar uno puede apreciar el Monumento a Georg Elser, un opositor al Nacional Socialismo, autor del intento de asesinar a Adolf Hitler en el atentado de la cervecería de Múnich en 1939. Lamentablemente, Elser falló en su objetivo por muy poco y eso le valió ser capturado y confinado en el Campo de Concentración de Dachau, donde sufrió maltratos y torturas constantes siendo conocido entre sus guardias como "el prisionero especial del Führer", quien ordenó finalmente su ejecución en abril de 1945, a pocos días de la derrota final del Reich.

Alimenticiamente restaurados, continuamos camino buscando más rastros de la Alemania del Tercer Reich. En este sentido, volvimos sobre nuestros pasos para observar más de cerca el edificio que había ocupado Göering y del que ya hablamos anteriormente. Desde aquí y ayudados por la Web y por Google Maps, llegamos hasta el único edificio que aún conserva el Águila Imperial en su fachada, aunque sin la esvástica por supuesto, ya que toda simbología o gesto que retrotraiga al nazismo está estrictamente prohibido en Alemania. Para los curiosos, el edificio en cuestión se levanta muy cerca al Checkpoint Charlie, sobre la Friedrichstrasse, siendo en la actualidad sede de la Oficina de Empleos de Berlín.

Desde aquí nos fuimos hasta el sitio donde se hallaba el Führerbúnker, demolido en 1947 por los soviéticos y lugar donde se suicidó Adolf Hitler y acontecieron los momentos finales del Tercer Reich. Hoy el lugar es, en parte, un estacionamiento de un condominio de departamentos. Cerca de aquí, sin ningún vestigio a la vista que atestigüé su presencia, estuvo la Nueva Cancillería, construida por el arquitecto Albert Speer y demolida tras la guerra. A unas cuadras y aún en pie se encuentra el edificio que albergó la sede del Ministerio de Propaganda comandado por Goebbels. Estos rastros del nazismo conviven solapadamente con la cotidianeidad urbana de una Berlín cosmopolita, inclusiva y abierta al mundo.

Seguramente sea necesario, para profundizar sobre los aspectos de Berlín, escribir algunas crónicas temáticas que funcionen como apéndices a este texto. Será una tarea por ahora pendiente, pero ya agendada para el futuro a mediano plazo. Para el punto final, les dejo algunas fotos y videos curiosos de nuestro paso por la capital alemana. ¡Nos vemos en Amsterdam en la próximo entrega!


El invierno alemán puede ser duro, pero también encantador.











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