Unas horas en Liubliana, capital de Eslovenia
Liubliana o Ljubljana, actual capital eslovena que penduló políticamente al frenético ritmo que le impuso la explosiva región de los Balcanes, es hoy una bella y armoniosa ciudad, colmada de curiosidades.
por Diego Horacio Carnio
Las primeras nevadas del viaje nos sorprendieron en plena ruta y apenas ingresamos a Eslovenia provenientes desde Italia, los Alpes orientales nos dieron la bienvenida vestidos del blanco más frío. Aprovechamos un control policial esloveno y el contratiempo que algunos indocumentados tuvieron, para bajar del bus a un costado del camino y disfrutar un rato lanzándonos copiosas bolas de nieve. No íbamos a estar mucho tiempo, ni es Eslovenia ni en Liubliana porque Budapest nos esperaba, motivo por el cual aprovecharíamos cada segundo disponible en esta región de la ex Yugoslavia.
La leyenda cuenta que Liubliana fue fundada por Jason y los Argonautas, pero lo cierto es que estuvo ocupada desde tiempos inmemoriales. Fue una dependencia del Imperio Romano, pero también celtas, eslavos y francos gobernaron en ella. Fue capital de las provincias ilirias en la época napoleónica y luego pasó a manos del Imperio Austrohúngaro y tras la Primera Guerra Mundial, se convirtió en cabecera de una de las regiones de la nueva Yugoslavia. Recién el 25 de junio de 1991, con la independencia de Eslovenia, Liubliana pasó a ser la capital de la nueva nación, algo para lo que parecía predestinada desde su mismísimo nacimiento.
En virtud del poco tiempo disponible y de la tormenta de viento y nieve que azotaba la ciudad, decidimos abordar un bus para poder ver la mayor cantidad de rincones, demorándonos los menos posible. Nuestro Flixbus nos dejó justo en la Estación Central del Ferrocarril y desde allí, por calles teñidas de blanco e intentando no patinar en el hielo, llegamos al Puente de los Dragones, con un gran dragón alado dispuesto en forma protectora sobre una de sus cabeceras. El dragón es el símbolo de Eslovenia y de su capital y si uno se mantiene atento puede encontrar su figura en las torres del castillo, en edificios públicos y hasta en las alcantarillas. El puente en cuestión une las márgenes del río Ljublianica, cuyo cauce atraviesa Liubliana.
Allí mismo, cruzando el río, pudimos conocer el Mercado Central de la Ciudad, aunque por el horario y el clima tenía la mayoría de sus puestos cerrados. Fue aquí que abordamos un bus con el que recorrimos el trazado del río mirando la vida invernal de la ciudad, hasta llegar nuevamente a las inmediaciones de la estación, para sentarnos otra vez en un bus, en este caso con destino a Hungría.
En ese recorrido, avistamos a lo lejos las torres de algunos templos que conviven con la ciudad, entre ellos la imponente Catedral de San Nicolás. Sobre el monte, saludamos también las torres terminadas en tejados de punta del Castillo de Liubliana y casi enseguida, al otro lado del río, tuvimos la suerte de conocer la sede principal de la Universidad local.
El paseo sin planificar nos llevó hasta el Park Tivoli, uno de los pulmones verdes de la capital eslovena, que nevado y con sus lagos semi congelados transmitía una significancia especial. Por problemas con nuestros dispositivos, las mayor parte de las fotografías tomadas en la travesía se perdieron o borraron accidentalmente, pero nos quedaron algunos videos, de los cuales seleccionamos unos pocos para finalizar esta breve crónica de lo que fueron nuestras horas en Liubliana.
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