Granada, La Alhambra y mucho más...

Famosa por su incomparable Alhambra, la ciudad de Granada guarda algunas de las más bellas postales de Andalucía, con su barrio árabe, sus iglesias, sus abadías y monasterios, sus puentecillos y su Paseo de los Tristes que bordea las orillas del río Darro, son sólo algunas de ellas.

por Diego Horacio Carnio




Tres gratas horas por ruta separan Sevilla de Granada, por lo que salimos temprano y alrededor del mediodía ya estábamos en lo que fuera el último bastión árabe antes de la Reconqusita Española que en 1492 se hizo con el control de la ciudad tras la entrada triunfante de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, los Reyes Católicos que lideraron la arremetida final contra los moros.

Desde la Terminal de Buses nos dirigimos al Hotelito Suecia, un placentero y bonito chalet atendido por dos hermanos que nos hizo pasar una noche digna de Las mil y una noches, lo cual les contaré en alguno de los párrafos de esta crónica. Nos instalamos en nuestros aposentos y nos fuimos  a caminar un rato la ciudad y almorzar algo ya que a las 15 debíamos estar a las puertas de La Alhambra para conocer ese icónico sitio granadino. Cada callecita de Granada es digna de ser caminada. Casi sin darnos cuentas, llegamos al Campo del Príncipe, una plazoleta en donde almorzamos unas preciosas gambas al ajillo picantes en el Café Bar Casa Luthier. Emprendimos luego el ascenso hacia la ciudad vieja donde nos esperaban las puertas de La Alhambra y nuestra guía.


Desde ya les digo que conocer La Alhambra fue algo fascinante. Comenzamos por los imponentes espacios verdes de los Jardines del Geeneralife, con elaboradas fuentes de agua y salones preciosamente decorados. Vale decir que estos jardines servían de paseo para el Emir de los nazaríes y su familia y estaban ubicados fuera de la ciudad amurallada, por lo que era considerado un lugar algo inseguro y el gobernante no paseaba sin una nutrida escolta por los senderos de este magnífico parque, cuyos orígenes se remontan a los años 1302 y 1309, período en que el rey Muhammed III duera indicaciones para su construcción.

Una vez dentro de las murallas, en lo que es ciertamente La Alhambra, nos topamos con el Palacio Imperial de Carlos V, un colosal e inacabado edificio del Siglo XVI, rectangular por fuera y con formas circulares en su interior. El Emperador no sólo nunca terminó su palacio, sino que tampoco lo habitó jamás.

La visitó continuó y era el momento de conocer la Alcazaba, el sector militar del complejo amurallado, donde pueden visitarse sus altas torres y obtener desde allí las mejores vistas sobre la ciudad y sus alrededores. La Alcazaba es la parte más antigua de La Alhambra y sirvió, además de cuartel de defensa y arsenal, como prisión de la fortaleza. La Torre de la Vela, por ejemplo, fue levantada entre los años 1238 y 1279. Esta Torre, junto con la Torre de la Pólvora y la Torre del Homenaje, son las tres fortificaciones más importantes del sector.

Luego accedimos a la Medina, toda una ciudad que en sus tiempos estuvo al servicio de la realeza del califato. Es en sus entrañas donde se encuentran los Palacios Nazaríes, quiezá el más bello lugar de toda la región de Andalucía. Paredes, columnas, fuentes, patios y techos finamente decorados servían de entorno diario para el Emir y su familia, no pudiendo entrar aquí nadie que no perteneciera a ella salvo el personal de servicio. El Salón del Trono es el corazón de estos palacios. Luego de la Reconquista se sentaron allí sus Majestades Católicas Fernando e Isabel y fue allí, también, donde recibieron a Cristóbal Colón antes de emprender su viaje a las Indias que permitiría a los europeos encontrarse con América.

Dentro de los Palacios Nazaríes, el Patio de los Leones merece un párrafo aparte y aquí lo tiene, ya que a alrededor de su fuente se esparcen los alcobas reales y los salones privados del sultán. Ya eran las 18 cuando llegamos al final de este increible recorrido y emprendimos el lento retorno a nuestro Hotel. Aprovechamos el regreso para conocer la Puerta de la Justicia y la Puerta de las Granadas, pórticos en forma de arcos que enaltecen vistosamente la escenogarfía granadina, como también lo hace el Monumento a Isabel la Católica y Cristóbal Colón.



En el Hotel descansamos un rato y tras un reparador baño, salimos a cenar y dimos con un pequeño restaurante y bar de vinos que nos pareció genial: La Taberna de Kafka. Allí no solo comimos ricas tapas sino que pude probar diversos vinos de distintas regiones españolas, algunas de cuyas cepas me resultaron ignotas pero cautivantes.

De regreso al Hotel nos invitaron a presenciar un pequeño concierto de una artista italiana y percusionistas cubanos. Mi compañero de ruta eligió quedarse en la habitación a descansar, pero me apersoné en el altillo del Hotelito Suecia para disfrutar de la velada musical y de unas copas de vino.


A la mañana siguiente despertamos temprano, con muchas de ganas de conocer aún más profundamente Granada antes de irnos al aeropuerto para abordar el vuelo que nos depositaría en Barcelona. Sin tiempo que perder, nos dirigimos primeramente a la zona del Paseo de los Tristes y del Albaícin, el antiguo y laberíntico barrio árabe. Si desde La Alhambra se obtienen las mejores vistas de la ciudad, desde el Paseo de los Tristes y el Albaícin se logran las mejores postales de La Alhambra, por lo cual hay que ir dispuestos a detenerse continuamente en busca de la foto perfecta. El mejor momento del dia para hacerlo, por la posición del sol, es al atardecer, aunque en nuestro caso fuimos de mañana y también resultó espectacular.

El Paseo de los Tristes es un bonito y tranquilo camino que bordea el río Darro y permite encontrarse personalmente con algunos conventos y puentecillos realmente bellos. El Paeeo es también la puerta de entrada a ese mundo perfectamente desordenado que son los barrios árabes, con sus angostas callecitas que suben y bajan y dablan a un lado y al otro, con escaleras perdidas aquí y allá que nos llevan de manera intrincada a hermosos miradores, donde uno puede sentarse y beber el agua fresca de sus vertederos para seguir, luego, descubriendo cada rincón y cada aroma del lugar.



Tras lograr salir del laberinto del Albaícin, caminamos las cuadras que lo separan de la Catedral y de la Capilla Real, siendo esta última el recinto especialmente construido en 1505 para albergar los restos mortales de los Reyes Católicos y su familia. El lugar tiene un valioso museo con objetos que pertenecieron a Isabel y Fernando, pero su principal atractivo es poder acceder a la Cripta que contiene los ataúdes de ambos monarcas y de Juana La Loca y Felipe el Hermoso. Desde lo sensorial, fue un lugar conmovedor, quizá a sabiendas que quienes allí descasan desde hace más de quinientos años fueron personalidades sobre las que uno leyó desde niño.

Saliendo de la Capilla Real y dando una vuelta al imponente edificio de la vecina Catedral, nos encontramos con las puertas de entrada a este templo cuyo nombre completo es Santa y Apostólica Iglesia Catedral Metropolitana Basílica de la Encarnación. En su arquitectura se fusionan los estilos renacentista y barroco y fue construída, allá por mediados del Siglo XVI, sobre las ruinas de una antigua mezquita árabe.

El tiempo ya comenzaba a extinguirse en la bella Granada y si no queríamos perder nuestro avión con destino a Barcelona, debíamos apresurarnos para llegar al Aeropuerto Federico García Lorca, trayecto que hicimos en un bus urbano que costó bastante menos que un taxi.


+ INFO:

- La Alhambra: https://www.alhambra-patronato.es/ - Entrada General: 19 euros - C. Real de la Alhambra, s/n, 18009 Granada, España.

- Hotelito Suecia: https://hotelitosuecia.com/ - C. Huerta de los Angeles, 8, 18009 Granada, España.

- Café Bar Casa Luthier: Campo del Príncipe, 12, 18009 Granada, España.

- La Taberna de Kafka: C. Huete, 2, Local a, 18009 Granada, España.

- Capilla Real de Granada: http://www.capillarealgranada.com/ - 

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