La inabarcable Sevilla
La Catedral, la Giralda, el Archivo de Indias, el Real Alcázar, la Torre del Oro… Mucho hay por ver en la fabulosa ciudad de Sevilla, tanto que se hace casi imposible verlo todo en los pocos días que generalmente uno dispone para visitarla.
Una de las imágenes que regala el Real Alcázar de Sevilla, una de las principales atracciones de la ciudad pero de ninguna manera la única |
Viajar de Lisboa hasta Sevilla
puede ser un trayecto largo, pero les aseguro que mirando por las ventanillas
no faltarán razones para quedarse asombrados y disfrutar de la ruta como si
fuera una estupenda road movie. Luego
de cruzar el Puente Vasco da Gama, el más largo de toda Europa, el camino
continúa hacia el sur pasando por Albufeira, Tavera, Faro y, ya en España,
Huelva. A los lados de la carretera, si uno mira con atención, puede cruzar la vista con perdidos vestigios de castilletes medievales.
Eran más de las 15 de la tarde
cuando llegamos a la Terminal de Buses Plaza de Armas de Sevilla y emprendimos
el camino para dar con nuestro hotel, llamado Zaida y ambientado en estilo arábigo, algo bastante común en
tierras andaluzas. Respecto al hotel, debo decir que fue una elección por
decante porque para estas fechas situadas entre Navidad y Año Nuevo, Sevilla
suele estar explotada de gente y los hoteles no sólo se llenan sino que también
se encarecen. Así que con Zaida elegí lo mejor de los que quedaba disponible y
la verdad que no defraudó para nada… un alojamiento básico pero cómodo, bien
ubicado en el casco histórico y a buen precio.
Enseguida emprendimos la primera
de las muchas caminatas por la ciudad que tendríamos en los días siguientes.
Como los celulares se habían quedado sin batería, fue un peregrinaje casi a
ciegas el andar por la ciudad sin el Google Maps, pero
eso otorgó a la travesía un tinte especial. Bajamos por la Calle San Roque
hasta la esquina donde se encuentra el Bar
Zafiro, lugar donde las próximas jornadas nos encontrarán, a cualquier hora,
disfrutando de la magnífica Carrillera Ibérica que allí cocinan, Doblamos luego
por la angosta Calle San Eloy hasta girar en una especia de pórtico y
encontrarnos con la diminuta pero bella Plaza
de la Magdalena, lugar ideal para en su fuente llenar con agua potable
termos y botellitas. Unas cuadras más y ya nos adentramos en la parte
más histórica del casco sevillano, donde la Plaza Nueva y el Ayuntamiento de
la ciudad nos dieron la bienvenida.
El edificio del Ayuntamiento es un ícono arquitectónico
de Sevilla y guarda un estilo renacentista en la fachada que da a la Plaza San Francisco y un estilo
Neoclásico en la que mira hacia la Plaza
Nueva, construidas ambas con unos 400 años de diferencia entre sí. La plaza
de San Francisco es realmente bonita y ajetreada, sobre todo al caer la tarde.
En ella hay una bella sucursal del Banco de España que vale la pena observar.
Seguimos por la Avenida
de la Constitución dos cuadras y el asombro nos asaltó de golpe cuando
apareció frente a nosotros la imponente Catedral. Parece un lugar común hablar
en este viaje de catedrales maravillosas, pero es lo que hay y la de Sevilla no
se queda fuera de la lista. Su verdadero nombre es Santa, Metropolitana y Patriarcal Iglesia Catedral de Santa María de la
Sede y de la Asunción de Sevilla. Es de estilo gótico y su campanario,
llamado La Giralda, es hiperfamoso y
ultravisitado por turistas de todo el mundo que ascienden sus más de 30 rampas
para acceder a una impresionante vista de la ciudad. No es para menos, aunque
si se trata de elegir por cuestiones de tiempos yo optaría por ver más en
profundidad el interior de la Catedral que por subir a La Giralda.
¿Razones? Les cuento…
El templo es esplendoroso por donde se lo mire, tanto en sus
fachadas exteriores como en sus interiores. Habíamos sacado las entradas con
anticipación, así que nos salteamos la fila y nos ahorramos la espera. Dentro,
uno puede toparse con el Mausoleo donde descansan los restos del Gran
Almirante Cristóbal Colón y también de uno de sus hijos, Hernando. Hay una
gran polémica sobre el lugar en el que reposan los restos de Cristóbal Colón,
pero la versión más extendida y con mayor credibilidad afirma que reposan en
este mausoleo construido en el interior de la Catedral de Sevilla. Colón
falleció en Valladolid en 1506 y sus restos descansaron primero en esa ciudad y
tres años más tarde fueron trasladados al Monasterio de la Cartuja, en Sevilla.
Luego, los relatos sitúan al cadáver de Colón en Santo Domingo y más tarde en
La Habana. Lo cierto es que en 1899 los restos del Almirante fueron depositados
definitivamente en la Catedral de Sevilla, en el mismísimo lugar que les
muestro en este post. En el féretro se puede leer: "Aquí yacen los huesos
de Cristóbal Colón, primer almirante y descubridor del Nuevo Mundo
R.I.P.A."
El Patio de los Naranjos ofrece la posibilidad de
sacarnos de las penumbrosas sombras del templo, tomar un respiro y retornar a
continuar viendo la grandeza de Retablo Mayor, de los techos, las
puertas y de cada columna. Las audioguías ayudan mucho a conocer un poco más de
la historia y la arquitectura de la Catedral. Luego si, subimos hasta la
cima de La Giralda, campanario que alguna vez, bajo el dominio de los moros,
supo ser un minarete y que hoy es conocido por la estatua femenina de bronce de
unos cuatro metros de altura que representa “la fe victoriosa”, llamada el Giraldillo,
que da nombre a la torre.
Era hora de comer algo y de beber unas copas y por suerte en
Sevilla hay un bar a cada paso, así que lo difícil sólo es elegir en cual uno
va a sentarse. Nosotros optamos por la Taberna Bar Picalagartos para
hacer un recorrido por las distintas tapas y bocadillos que tan buena fama
tienen. Había mucho que elegir en el menú de tapas y de vinos, así que nos
hicimos un lindo recorrido acodados en la barra del lugar. Una sopa de tomate
sevillana llamada Salmorejo, unos trozos de queso de oveja, anchoa cantábrica,
croquetas de chipirón, bacalao y jamón ibérico, pimientos del padrón y lagarto
ibérico, un corte de cerdo que está muy bueno. Todos estos platillos fueron
acompañados por tres vinos, dos de los cuáles son puntualmente de la región de
Sevilla. Pero vamos por parte... Por cuestiones del azar, empezamos por los
tintos. El primero de ellos fue el Borboleta El Diseño de Autor 2019, un
vino artesanal de Constantina, D.O. Sierra Alta de Sevilla, con una
nariz algo amaderada pero que al rato liberó esencias de regaliz y ciruelas.
Rico vino... El segundo fue un Rioja de línea clásica como el Nuntius,
un vino sin demasiado que contar y algo descontextualizado. Por último, llegó
un blanco hermoso, el Tierra Blanca Blanco Seco 2021 de Bodegas Páez Morilla,
un vino de Andalucía con dejos de manzana y pera que me gustó mucho.
Llegó la hora en que teníamos que entrar a otro gran
edificio histórico de los muchos que tiene Sevilla: el Real Alcázar.
Recuerdo que en la Storie de Instagram que publicamos en @lepetithistoriador_ok
escribimos que no nos había impactado como esperábamos y eso trajo un sinfín de
comentarios sobre el tema. La realidad es que el Alcázar, que aún es utilizado
por la Familia Real cuando el Rey visita Sevilla, es hermoso y de obligada
visita. Eso está fuera de discusión. Diseñado y construido en su mayor parte
por los árabes, desde comienzos de la Edad Moderna la constante vinculación del
Alcázar sevillano con la corona de España se constata en continuas
transformaciones del edificio que intentaron acomodar su interior al gusto de
los nuevos tiempos. Así, se reformó el piso alto del Patio de las Doncellas,
que adquirió una fisonomía renacentista de gusto italiano. También se renovaron
sus yeserías y se modificaron los arcos de la galería inferior. Igualmente, se
construyeron a lo largo del siglo XVI espléndidos artesonados que aún mantenían
la estética mudéjar y que no traicionan al primigenio espíritu del edificio;
entre estos artesonados destacan especialmente el que cubre el amplio espacio
del Salón de Embajadores. Hay rincones de ensueño en el Alcázar, pero si hay
que elegir, elegimos los inmensos jardines andaluces en los que uno puede
caminar, descansar y respirar aires cargados de historia y misterios. El Real
Alcázar de Sevilla es un conjunto palaciego amurallado construido en diferentes
etapas históricas. Si bien hay alcázares en varias ciudades españolas -hace
poco visitamos el de Toledo-, este ubicado en Sevilla es el que más turistas
recibe y el más bello e importante de todos. El palacio original se edificó en
la Alta Edad Media y con el paso de los siglos fue combinando espacios con influencia
mudéjar y otros con un claro estilo gótico. Retrocediendo en el tiempo, en la
segunda mitad del siglo XI el gobernante musulmán Al-Mutamid, fue quien
amplió la fortaleza hacia el oeste, dando verdadero origen al Alcázar. En 2009
se le realizó la prueba del carbono 14 a la muralla del Alcázar y dió como
resultado que el año 1090 es el más aproximado a la fecha de construcción. Es
decir, la muralla del Alcázar conservada tiene más de mil años en pie. Un
último dato que nos toca de cerca a los iberoamericanos: durante las Guerras
Napoleónicas, se reunió aquí la Junta Central de Sevilla, que más
tarde se trasladaría a Cádiz.
La cena a deshora nos esperaba y
la misma tuvo lugar en una de las mesas del Bar Zafiro, ubicada en la
vereda, lugar ideal para una Carrillera Ibérica y unas buenas copas de
vino, que en esta ocasión fue con el vino de la casa, un más que presentable Señorío
de Pedraza con DOC Ribera de Guadiana de Extremadura, de Bodega La Soledad,
un blanco de uvas Viura, con aromas a manzanas verdes y melón. Un rico
vino con estupenda relación entre precio y calidad. Vale decir en este párrafo
que la Carrillera Ibérica es una carne estofada muy sabrosa que suele venir con
algún acompañamiento como croquetas o buñuelos.
El día siguiente empezó con un Free Tour -siempre
recomendados para conocer un poquito más algunos detalles de la ciudad y su
gente- y luego nos fuimos a conocer el Archivo General de Indias, un
lugar que siempre quise visitar desde mis tiempos de estudiante de historia en
la Facultad de filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, ya que el
Archivo General de Indias guarda todos los registros y documentos de la
conquista y colonización de América y fue creado por el rey Carlos III en 1785
para, en el marco de las Reformas Borbónicas, concentrar todo lo referente a la
administración de los territorios de ultramar. Todo historiador debería pasar
al menos una vez por este lugar, concibiéndolo como una de las tantas Mecas de
la disciplina histórica. Según una amiga sevillana, hasta este Archivo llegan
continuamente investigadores y buscadores de tesoros... los primeros para
fundamentar sus escritos; los segundos para encontrar datos y pistas que los
lleven a dar con algún naufragio millonario de aquellas naves que, cargadas de
oro y plata, no lograban cruzar el océano y aún descansan en las profundidades
del mar.
El almuerzo, está vez tocó en el Universal People Bar, en la Plaza de El Salvador, al ladito de la segunda iglesia más importante de la ciudad de Sevilla. Lindo lugar el Universal, donde pedimos todas cosas ricas, tanto para comer como para beber. Empecemos por los vicios del tenedor y al respecto diré que fuimos mesurados y solicitamos dos tapas: unas Croquetas de boletus y trufas y una Carrillada Ibérica. Ambos platillos estaban de diez. Del primero les aclaró, porque no sabía y pregunté, que el boletus es una especie de hongo con más de doscientas variedades comestibles. Si de las copas hablamos, esta vez me incliné por un tinto y fue un Vino de País, cómo le llaman en España a los vinos regionales que sin ser una DOC, tienen su identidad con un lugar determinado. Pedí obviamente un vino andaluz de la tierra de Cádiz más precisamente un Cortijo de Jara con seis meses de paso por madera. Un Blend de uvas Syrah, Tempranillo y Merlot. Algo que merecería un párrafo aparte es que luego, de sobremesa, pude probar una Manzanilla, un vino blanco y ajerezado -aunque no es un Jerez- muy rico de Bodegas Hidalgo La Gitana. Una velada muy andaluza como podrán ver...
En el anochecer sevillano y con
las luces navideñas encendidas por toda la ciudad, caminamos hasta la Torre
del Oro, a orillas del Guadalquivir. Luego cruzamos al otro lado del
río, al barrio de Triana, lugar de marineros y navegantes de donde
procedía el famoso Rodrigo de Triana, quien gritó “Tierra a la vista”
cuando Colón se tropezó con el continente americano por vez primera. Triana es
un lugar hermoso, muy distinto a Sevilla a pesar de estar al lado y ser parte
de ella. Si andas por Sevilla y no querés perder tu silla, date una vuelta por
Triana que tus memorias te lo agradecerán por siempre.
Ahora a dormir que mañana temprano
se viaja a Cádiz y allí también nos esperan grandes vinos, platos y sorpresas
que podrán leer en el próximo episodio de La Bitácora y la Brújula.
+INFO:
Hotel Zaida: Calle San Roque, 26, 41001 Sevilla, España. Sitio Web: https://www.hemdhotels.com/hotel-zaida.html
Bar Zafiro: C. San Eloy, 58, 41001 Sevilla, España. Web: https://www.foodyt.com/zafiro/ - Especialidades: Carrillera Ibérica.
Catedral de Sevilla: Av. de la Constitución, s/n, 41004 Sevilla, España. Web: https://www.catedraldesevilla.es/ Entradas desde 10 euros disponibles en https://catedraldesevilla.entradasdemuseos.com/
Real Alcázar de Sevilla: Patio de Banderas, s/n, 41004 Sevilla, España. Sitio Web y tickets: https://www.alcazarsevilla.org/ - Valor: entre 13.50 y 19.- euros.
Bar Picalagartos: C. Hernando Colón, 7, 41004 Sevilla, España. Tapas, bocadillos y vinos por copa. Buenos precios y estupendo ambiente. Abierto en todo momento. FB: https://www.facebook.com/picalagartos/?locale=es_LA
Archivo General de Indias: Av. de la Constitución, s/n, 41004 Sevilla, España. Sitio Web: http://www.sevilla.org/ - Entrada gratuita.
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